Si la Moda Valora la Cultura, ¿Por Qué No la Compensa?

La industria de la moda vuelve a estar en el ojo del huracán, está vez gracias a la diseñadora Anis Samanez y el editor de Vogue Latinoamérica, José Forteza. Durante el evento Orígenes 2024, Samanez manifestó su molestia cuando la comunidad shipibo-konibo, con quien intentó colaborar, rechazó enseñarle su arte sin una retribución. Su argumento se basó en la idea de que, como peruana, tenía el derecho de acceder a estos conocimientos, evidenciando una falta de comprensión sobre la diferencia entre inspiración y explotación.

Uno de los comentarios más indignantes fue de parte de Forteza quien dijo que, sin diseñadores como Samanez, los pueblos indígenas “seguirían muriéndose de hambre”. Este tipo de discurso refuerza estereotipos coloniales y borra la autonomía de las comunidades indígenas, quienes llevan generaciones preservando y desarrollando sus técnicas textiles sin la necesidad de “salvadores” externos.

Si bien la inspiración en otras culturas es una práctica común en el diseño, hay una gran diferencia entre un homenaje respetuoso y un aprovechamiento económico. En la moda sustentable y ética, es fundamental que las marcas trabajen directamente con las comunidades, asegurando que los creadores originarios sean reconocidos y beneficiados de manera equitativa.

Todo trabajo merece una retribución justa, sobre todo si esto conlleva el enseñar los conocimientos que tanto cuesta perfeccionar.

La moda sostenible no solo trata sobre materiales ecológicos o procesos de producción responsables. También se trata de ética, respeto y justicia. Es momento de que la industria deje de romantizar la explotación y empiece a construir relaciones justas y equitativas con los verdaderos creadores de estas expresiones culturales.

¿Qué opinas sobre este caso?

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